Con los juegos olímpicos aún recientes queremos
recordar a una atleta que pasará a la historia
Florence Griffith-Joyner conocida como FloJo sigue siendo a día de hoy la mujer más rápida del mundo. su récord de 100 metros en nada más y nada menos que 10,49 segundos lo deja muy claro. Con cinco medallas olímpicas, tres de ellas de oro, fue y es una leyenda en el mundo del deporte.
Pero FloJo no solo era una atleta formidable, sino que también era una transgresora de la moda. Creó sus propios bodies con los que competía, unos bodies que desde luego no eran habituales en el mundo del deporte. Lencería, transparencias y brillos eran una de sus principales características. A día de hoy sus estilismos inspiran a muchas marcas y celebrities para adaptarlo a su día a día y crear diseños formidables.
Beyoncé, en Halloween de 2018 hizo su homenaje a la atleta disfrazándose de ella con su icónico bodie con una pierna descubierta. Las hermanas Kardashian se inspiraron en ella con una de sus piezas de su colección de ropa interior, anteriormente conocida como “Kimono”, y que han renombrado con el nombre de “Skims” tras la polémica sobre la apropiación cultural en Japón.
La tenista Serena Williams llevó un conjunto con el cual se inspiró en ella ya que según Serena “FloJo era un atleta maravillosa, una atleta increíble cuando yo era pequeña. Siempre viendo su estilo, siempre cambiando, sus atuendos siempre fueron increíbles”.
La atleta Sha’Carri, velocista como fue ella, la ha homenajeado imitando sus inolvidables uñas ya si algo marcaba el estilo de FloJo era eso, sus uñas las cuales se convirtieron en todo un icono, si pensabais que Rosalia era la reina de las uñas extravagantes estabais muy equivocados, FloJo era una pionera.
FloJo siempre fue una persona avanzada a sus tiempos, su muerte a los 39 años de edad conmovió al mundo del deporte pero también a los ajenos a él ya que era una persona muy conocida y querida, una figura icónica que queríamos destacar en nuestro blog por todos sus logros tanto en deporte como en moda.
Por
Erika Escribà
